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Justin y los días amargos

Canadá lo aplaudía de pie; ahora quiere que se calle. Trudeau paga caros sus errores

12/12/2024 - 3:01 pm

Trump humilló al Primer Ministro con vulgaridad, dicen en Canadá. “El estadounidense fanfarrón increpando al canadiense insolente, un vasallo que lucha por recuperar el favor del señor. Y si Trudeau no lo entendió esa noche, Trump lo reafirmó esta semana en un mensaje burlón en las redes sociales a medianoche, lleno de sarcasmo”. Justin Trudeau solía ser el hijo favorito de Canadá, una cara bonita de exportación. Ahora es el bufón condenado.

Ciudad de México, 12 de diciembre (SinEmbargo).– El Primer Ministro Justin Trudeau comparó la derrota electoral de Kamala Harris con un “ataque a los derechos y el progreso de las mujeres” en un evento realizado por una organización dedicada a mejorar la representación de género en la política, y se ha armado una tormenta dentro de Canadá.

The Toronto Sun dice hoy que la noche del martes, Trudeau dijo que hay fuerzas regresivas que luchan contra el progreso de las mujeres. "No debería ser así. No se suponía que fuera así. Se suponía que debíamos estar en una marcha constante, aunque a veces difícil, hacia el progreso. Y, sin embargo, hace apenas unas semanas, Estados Unidos votó por segunda vez para no elegir a su primera mujer Presidenta. En todas partes, los derechos y el progreso de las mujeres están bajo ataque. De manera abierta y sutil", declaró. Se llamó “feminista orgulloso”.

Elon Musk respondió a los comentarios de Trudeau, diciendo: “Es una herramienta tan insufrible. No estará en el poder por mucho más tiempo”. Se esperaba que dijera algo así dado que es aliado de Trump, pero también los primeros ministros del país se unieron a las críticas a Trudeau. El Primer Ministro de Ontario, Doug Ford, que preside el Consejo de la Federación, sostuvo que los primeros ministros le hicieron saber a Trudeau que sus comentarios “no eran útiles en absoluto”. “Donald Trump fue elegido democráticamente. Si te gusta o no te gusta, ese no es nuestro problema”.

De fondo, el problema no es lo que dijo, porque ha dicho cosas similares, y Canadá se pone de pie y le aplaude. El problema se llama Justin Trudeau. Canadá ya no lo quiere, según todas las encuestas. Y el manejo de la crisis con el Presidente electo de Estados Unidos se ha convertido en un búmeran. Primero se concentró en tratar de orientar la ira de Trump hacia México; después cometió el error de ponerse en el terreno de la humillación en Mar-a-Lago.

A la sombra acecha Pierre Poilievre, líder del Partido Conservador de Canadá, un populista, antisistema, antiinmigrantes y polarizador como le gustan a Trump. Y como le gustan a los canadienses, porque Poilievre tiene intenciones de voto del 60 por ciento para las elecciones de 2025.

Andrew Cohen, profesor de periodismo y escritor, narra hoy en el diario The Globe and Mail que el 3 de abril de 1965, Lyndon B. Johnson invitó a Lester B. Pearson “al frondoso retiro presidencial de Camp David, en Maryland. Una visita informal e improvisada pronto se convirtió en el encuentro personal más doloroso entre un Primer Ministro de Canadá y un Presidente de los Estados Unidos. Esto dejó una cicatriz en Pearson y amargó a Johnson, y sus relaciones nunca se recuperaron”.

Justin Trudeau camina en el vestíbulo del Hotel Delta por Marriott el viernes 29 de noviembre de 2024.
El Primer Ministro canadiense Justin Trudeau camina en el vestíbulo del Hotel Delta por Marriott, el viernes 29 de noviembre de 2024, en West Palm Beach, Florida. Foto: Carolyn Kaster, AP

“Cuando Johnson reprendió a Pearson por su escepticismo público sobre la guerra de Vietnam, fue la mayor humillación en casi un siglo de amistad, hasta que Justin Trudeau cenó con Donald Trump en Mar-a-Lago”, dice el periodista.

Agrega: “Trump no menospreció a Trudeau con la vulgaridad y la animosidad con que su predecesor lo hizo con Pearson, pero en su impacto, el encuentro fue el mismo: el estadounidense fanfarrón increpando al canadiense insolente, un vasallo que lucha por recuperar el favor del señor. Y si Trudeau no lo entendió esa noche, Trump lo reafirmó esta semana en un mensaje burlón en las redes sociales a medianoche, lleno de sarcasmo. La conversación entre Johnson y Pearson hace seis décadas tuvo lugar en privado, los dos de pie junto a la balaustrada de la terraza. Durante una hora, el Presidente se desahogó: una erupción volcánica de quejas, petulancia y autocompasión”.

Johnson, recuerda Cohen, estaba indignado porque Pearson había pronunciado un discurso el día anterior en la Universidad de Temple en Filadelfia, donde pidió un alto el fuego y el cese de la Operación Trueno Rodante, el bombardeo de Vietnam del Norte. Lo calificó de traición. Johnson era un hombre sencillo, dice el autor del texto. El Presidente de Estados Unidos se acercó al Primer Ministro de Canadá y lo agarró por la solapa de su abrigo: “¡No vienes aquí a mearte en mi alfombra!”, le gritó. El enfrentamiento se reveló hasta que ambos hombres estuvieron muertos.

Justin Trudeau camina por el vestíbulo del Delta Hotel by Marriott.
El Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, camina por el vestíbulo del Delta Hotel by Marriott, el sábado 30 de noviembre de 2024, en West Palm Beach, Florida. Foto: Carolyn Kaster, AP

El profesor universitario dice en The Globe and Mail que la visita de Trudeau a Mar-a-Lago fue diferente. Su anfitrión no hizo ningún berrinche, sino que fue más sutil y reveló a Trump, el abominable showman, en su faceta más cruel. “Trudeau había solicitado la invitación después de que Trump amenazara con imponer un arancel del 25 por ciento a las importaciones de Canadá. Cuando hay que pedir –o mejor dicho, rogar– una audiencia con el emperador, se negocia desde la debilidad. El expresidente también sabía cómo poner en aprietos a su invitado, al que alguna vez consideró una celebridad”.

Andrew Cohen destaca que la reunión fue en público, en un comedor abarrotado y ruidoso, una mesa entre muchas. “No era precisamente un lugar para discutir temas delicados mientras Trudeau insistía en su postura, armado con figuras que negaban que la frontera fuera porosa, prometiendo más drones, helicópteros y agentes de todos modos. Mientras tanto, el distraído anfitrión hacía de disc jockey, manejando la música de la sala desde su iPad. Tocó Hallelujah de Leonard Cohen, un guiño al poeta y baladista de Montreal, y amigo del padre de Justin”.

Lo más degradante, considera Cohen, fue la charla fácil, las “bromas” sobre convertir a Canadá en el estado número 51, con Trudeau como Gobernador. “Piénsenlo. Ustedes van antes que sus amigos, vecinos y aliados para evitar la ruina financiera de su país. Y el rey y los cortesanos en la mesa real se ríen y resoplan por absorberlos. Y obligarlos a hacer genuflexiones, adularlos, reír y hacer el tonto”.

Donald Trump recibe a Justin Trudeau en la Casa Blanca.
El entonces Presidente Donald Trump recibe al Primer Ministro canadiense Justin Trudeau a su llegada a la Casa Blanca, el 20 de junio de 2019, en Washington. Foto: Alex Brandon, Archivo, AP

“Trudeau lo aceptó porque esto es lo que tiene que hacer un canadiense con una economía de sucursales y plantas que depende en gran medida del coloso de al lado”, dice Cohen.

“A Trump le gusta humillar a la gente. Véase su invitación a Mitt Romney en 2016 para que hiciera una audición para Secretario de Estado, un trabajo que Trump no tenía intención de ofrecerle. Véase su negativa a estrechar la mano extendida de la Canciller alemana, Angela Merkel, en la Casa Blanca, en 2017. Si había alguna duda sobre el sádico placer de Trump de atormentar al Primer Ministro, se reafirmó en su tuit en el que reflexionaba sobre el ‘Gobernador Justin Trudeau del Gran Estado de Canadá’. Esperemos más de esto”.

Andrew Cohen concluye: “Lester Pearson soportó en silencio el enfado de Lyndon Johnson desde un coche y nunca lo mencionó. En última instancia, sus contratiempos no dañaron la relación bilateral, que produjo el Pacto Automotriz Canadá-Estados Unidos. Por su parte, Trudeau fue a Mar-a-Lago para complacer a la soberana. Su novatada es pública, casual e interminable y, lo peor de todo, es poco probable que evite a Canadá la calamidad que se avecina”.

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